En un mundo en el que la violencia y la crueldad parecen ser algo común y casi aceptables, muchos padres se preguntan qué pueden hacer para ayudar a sus hijos a ser más amables y de buen corazón, a desarrollar un sentido humanitario y compasión por los demás. Criar a niños bondadosos no es una solución a la violencia en sí, pero es razonable preocuparse pues al estar expuestos a tanta violencia (ya sea en la televisión o en las calles) esto podría causar que sus hijos se vuelvan insensibles e indiferentes.

Los padres, por supuesto, no pueden controlar totalmente todas las cosas que afectan las vidas de sus hijos. Después de todo, los niños pasan mucho tiempo en el “mundo real”, que a menudo puede ser hostil, indiferente o sencillamente triste. Además, tienen sus propias responsabilidades y características que los padres no pueden cambiar ni controlar. No obstante, hay algunas cosas que un padre puede hacer para motivar a sus hijos a ser bondadosos, justos y responsables.

Las personas a veces piensan que los niños realmente no ven el mundo exterior “o a otras personas” en la forma en que lo hacen los adultos, que sólo ven el mundo con sus propios ojos y a su manera. ¿Qué hay de cierto en esto?

Los investigadores solían creer que la sensación de preocupación real por los demás solo surgía a medida que las personas se hacían adultas. Sin embargo, en la actualidad los estudios indican que los niños pueden mostrar signos de empatía y preocupación desde la más tierna infancia. Reaccionan con preocupación cuando ven infelicidad, y desean ayudar o solucionar el problema.

Además, un estudio detectó que los adolescentes que participaban ayudando a otros se sentían muy optimistas con respecto a sus vidas y tenían mayores esperanzas para su propio futuro.

Lo más importante que puede hacer como padre es hacer que su hijo sepa cuánto significa para usted que se comporte con amabilidad y responsabilidad. Cuando observa que su hijo hace algo que usted piensa que es desconsiderado o cruel, debe indicarle de inmediato que no desea que haga eso. Hable con su hijo con firmeza y franqueza, y mantenga su enfoque en el hecho y no en el niño, expresando algo así como “Lo que hiciste no es bueno” en lugar de “TÚ no eres bueno”.

Esta reacción emocional debe estar acompañada de información, alguna explicación de por qué lo desaprueba; por ejemplo, “Mira, Joey está llorando y llora porque le quitaste su juguete. Lo que hiciste no es algo bueno” o “lastimas al gato cuando haces eso; por eso te rasguñó. Eso no es bueno y no quiero que vuelvas a hacerlo”. Es importante que los niños sepan cuán importante es para usted su conducta hacia los demás. Si ven que usted ha establecido un verdadero compromiso emocional con algo, es más probable que el tema sea importante para ellos también.

Sea sincero, honesto y abierto con sus hijos sobre qué tipo de conductas le agradan y cuáles no. Haga comentarios breves y directos; la idea es enseñarles, no hacerlos sentir culpables.

Según otro estudio, hay dos clases de modelos de padres a seguir que ayudan a los niños a preocuparse por los demás: la amabilidad hacia los demás y la amabilidad hacia el niño.

En otras palabras, nuestras acciones dicen más que nuestras palabras.

Si siempre es bondadoso y compasivo, es más probable que sus hijos también lo sean. Los niños observan a sus padres y a otros adultos, y eso les hace entrever cómo comportarse.
Tenga en cuenta que si dice una cosa y hace otra, sus hijos le prestarán mucha más atención a lo que usted hace. El viejo dicho: “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago” sencillamente no funciona, en especial cuando se trata de enseñar cómo ser bondadoso.

Intente rodear a sus hijos de otras personas que sean amables y bondadosas para que así tengan varios modelos a seguir.

Si trata a sus hijos con respeto por su dignidad, consideración e interés por sus logros, los ayuda a entender que todas las criaturas vivientes deben ser tratadas con dignidad y consideración.

Es comprensible que los padres se preocupen porque el esfuerzo que hacen en casa se ve debilitado por las influencias externas como los amigos de sus hijos, la violencia diaria en sus propios vecindarios, los programas de televisión y las películas o una cultura que exalta a héroes que son egoístas.

Estas son algunas cosas que puede hacer para ayudar a contrarrestar estas influencias:

  • Darles libros para estimular la conducta compasiva. Tenga en cuenta que a los niños, en especial los adolescentes, no les agradan los “santitos”; por lo tanto, busque libros sobre personajes comunes que realicen actos de bondad y consideración.
  • Un estudio del Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) reveló que los niños tienden a imitar la conducta que ven en televisión. Por este motivo, puede limitar que vean programas violentos y animarlos a ver programas que promuevan ideas de bondad y apoyo solidario.
  • Averigüe sobre las películas que sus hijos desean ver. ¿Son excesivamente violentas? ¿Exaltan a los criminales o personas que avanzan a costa de los demás? ¿Glorifican la violencia hacia las personas o animales? No puede proteger a sus hijos de todo, pero una conversación en términos generales puede dar buenos resultados. Pídales que piensen sobre lo que vieron y que consideren otros enfoques que podrían haber tomado los personajes.
  • Instruya a sus hijos sobre personas altruistas reconocidas. Los museos locales pueden ser una forma económica y placentera de hacerlo, al igual que los especiales de televisión y los libros. Hable con ellos para descubrir a quién admiran y por qué.

Otra cosa que puede hacer es tratar de hallar formas organizadas para que sus hijos participen. Coménteles sobre lugares de la comunidad en los que pueden hacer servicio voluntario y anímelos a participar. Muchas organizaciones voluntarias e iglesias tienen programas especiales para los jóvenes e incluso para los niños.

Algunos padres cuyos hijos se enfrentan con las realidades más duras de la vida cotidiana pueden preguntarse si es una buena idea dejar que vean aun más sufrimiento y aflicciones. Otros padres pueden preocuparse porque exponer a sus hijos al lado más duro de la vida, para ellos desconocido, podría traumatizarlos.

Estas preocupaciones son comprensibles y según algunos expertos, hay casos en los que los niños se volvieron excesivamente sensibles al sufrimiento de los demás. Esto resulta cierto en particular en niños que de por sí ya tienen fragilidad emocional. Dar no siempre es bueno para el dador; si un niño comienza a anteponer las necesidades de los demás a las suyas, esto podría ser un signo de que tal vez esté dando demasiado.

Lo que más inspira a un niño a crecer preocupándose por los demás es la atención de la que el niño es objeto. Esta atención que recibe es en esencia un ejemplo del modelo perfecto a seguir para los niños. Los expertos señalan que cuando los niños sienten que tienen una base segura en el hogar, es más probable que se aventuren y presten atención a los demás. Cuando se sienten privados de amor y atención es que se concentran demasiado en sí mismos y en sus propias necesidades.

Fuente: Asociación Americana de Psicología